Comprendio, ensayo filosofico ©

Desde siempre, aun antes de que los hombres percibieran la luz de la racionalidad, quiero creer y estoy dispuesto a debatir… Que el ser humano ha deseado perdurar, mas allá de la complejidad que de forma sombría circunda el instinto de la supervivencia animal. Deseando en su adaptabilidad como “homo antiguo” trascender en el afán de la competencia tan soberbia y brutal en la que se debatió, desarrollando un grado evolutivo en acenso para compaginar su existencia de manera perdurable, siendo el reflejo distorsionado de lo que fuimos una clara imagen de lo que ahora somos y hemos alcanzado como el “hombre moderno”. Fue hasta el momento en el cual se consolido como “Sapiens Sapiens” en un marco de referencia, que hizo hincapié no solo para ser un pulso en el universo, no solo para ser huesos y carne en movimiento, si no algo más. Trascender, de ahí, el afán que ahora nos caracteriza como especie dominante en el planeta, al menos es la creencia que irónicamente nos adjudicamos. Lo cual ahora nos condena. Así pues la historia nos dice: El hombre esta obsesionado con la eternidad. La modernidad claramente nos reafirma: Perpetuidad sin principio, sucesión sin fin. Somos los únicos seres que queremos creer contraponernos incluso al destino, desafiar lo inevitable y seguir ahí como una mancha que se resiste a ser borrada, como un paradigma de la propia existencia. Lo que somos, lo que fuimos, lo que seremos y lo que no hemos logrado ser.
Existimos, no solo por el simpe hecho de creer que es así. Si no, por que en relativa genialidad compaginamos verdades y de ellas, las más atractivas las colocamos triunfantes sobre un imaginario pedestal, mirándolas siempre, obsesionándonos de tal forma como si el tiempo hermano de la incertidumbre y la certeza, de lo que existió y de lo que ahora existe no nos reprochara en lo absoluto. Creyendo eso mismo, el deber ser, la moralidad y la intuición material de los valores parece tambalearse, surgiendo un grave egoísmo, fanatismo mortal por lo material, idóneo de una cultura plenamente realista en la cual el modernismo esta empotrado, transmitiéndonos una realidad mas infructífera y obsesiva para un mundo que creció, y es lo que es debido a la conjugación de los valores que sembró el idealismo y el materialismo, que a lo largo de los años han sido cultivados pacientemente por la razón, dando cual toda siembra, malos y buenos frutos.
Hasta ahora, en este tiempo, lo inmortal no es seguro, tan solo se sueña despierto. Es una obra ficticia de lo que llamamos, “Indefinido”, es un sinónimo que se conjuga con lo eterno, pero no parte inicialmente de el. Es aquello que podríamos llamar “perdurable”. Usa de sustento el excesivamente prolongado idealismo de las mentes más creativas que buscan la perduración del cuerpo y del espíritu mas allá de lo que la razón misma nos puede permitir. Tal idea de la inmortalidad seria posible mientras se considere segura nuestra existencia, lo cual no es así. Por ello lo poco que podemos idear sobre inmortalidad sin la exteriorización de lo eterno del pensamiento y sus frutos en función, es solo un fantasma. En cambio es la producción real del sujeto y lo que idea su mentalidad como una materialización tangible (objeto) lo cual si lograría perdurar y trascender en el tiempo de lo que podemos afirmar que existe, entonces, solo entonces podremos asegurar su postura, que en realidad lo inmortal, es posible, mas no seguro.
Lo que podemos llamar Eterno termina siendo una posesión simultanea y perfecta de una vida interminable, considerada en atribución de Dios. Por lo cual, soñar con alcanzar la inmortalidad del ser es similar a saltar un inmenso abismo y desplomarnos enteramente en un vacio sin fin, es aquello que no podremos quizá comprender. Pues eternos, mas no inmortales son los actos de un hombre mientras se les recuerde y se recuerde su legado impreso en la tierra. Aun así cuando pasen los años, cuando transcurran los siglos, todo rastro de su existencia puede perderse, desviarse y desfallecer en algo que nunca fue o si bien hay gloria, transformarse en una virtud heredada.
El Ser en si mismo, es tal cual su virtud que es una esencia maravillosa, cual lazo identifica a los hombres a su existencia, a la propia unión del termino, pues vive en nosotros y también nosotros en el. Persistente a sus modificaciones atreves de sus accidentes. Existe por la misma realización de tal esencia, en la medida que la existencia se realiza por si misma.
Así pues, como seres humanos, sujetos pensantes y muchas veces inconscientes, somos nosotros mismos quienes afirmamos existir sin retroalimentar todo lo que consiste eso mismo, negando la esencia del Ser como una partícula esencial de nuestra conjugación particular. De ahí la oscura división que se atrae entre lo Inmortal, lo eterno y lo existencial. Puntos que convergen sin querer como una ligada unión, visible para aquellos que logran distinguir las delgadas líneas que los separan y a la vez hacer que se conjuguen por instantes para formar un lazo creíble de la unión entre estas tres potencias. Creo firmemente que la relación particular entre el hombre y su mundo, desde su perspectiva sostiene una serie de fenómenos que van determinando su legado y consolidado ese afán de perdurar mas allá de sus limites, mas allá de su misma existencia. Aun con todo y sus errores, la humanidad no tolera verse a si misma colapsada en ese vacio que es el abismo de nuestra ignórate perspectiva. Diseñado paradigma, que puede caer en una oscura contradicción si no se maneja equilibradamente. Después de todo, manejar tres confines distintos desde una sola perspectiva abre un balance de críticas, algunas meramente aceptables y otras distantes de ello. Que después de todo dan forma al claro que se pretende vislumbrar como una verdadera posibilidad, que hasta nuestros días todavía es y será fuente de interesantes debates y admirables conjeturas. ©
Escrito y publicado por: José Ángel M.G.
Lic. Filosofia
UNAM
No hay comentarios:
Publicar un comentario