3/9/09

"La Malicia" (Reflexion Biblica)

Hola a todos quienes me permitieron agradecer sus comentarios, a todos gracias. Me asunte bastante tiempo pues tenia proyectos fuera de la red, así que el tiempo no me permitía publicar. Quiero que este espacio crezca, estoy en ello pero sin duda necesito de todos.

Hasta pronto, mis mas cordiales saludos, con afecto... Ángel.
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Cuentan de un príncipe indio que tenía un tigrecito amaestrado con el cual se divertía mucho, como si fuera un gatito. Entre otros juegos que hacía estaba el salto del brazo: el príncipe lo extendía y el animal saltaba por encima. Un día, jugando en el jardín, quiso la desgracia que al bajar el brazo se diera con la mano en la esquina de una mesa y brotara la sangre. El joven dio a lamer la sangre a su compañero de juegos... y el grato sabor despertó en la fiera sus instintos sanguinarios, por lo que, saltando de improviso a la garganta del príncipe, le hirió mortalmente. Pasados los años de la infancia, uno descubre inclinaciones torcidas en uno mismo y en los demás; descubre la malicia: que dadas unas circunstancias, las pasiones se encienden, como se encendieron las tendencias animales en el tigre del cuento, y que, si uno se deja llevar por esas tendencias, después se avergüenza y se arrepiente.
Y esto, ¿por qué sucede? Antes te decía que hemos de conocer lo que realmente es la persona para obrar en consecuencia. Nos dice la Sagrada Escritura en el Génesis que Dios, después de crear al hombre y a la mujer vio que era muy bueno lo que había creado. Es decir, las personas hemos salido buenas de las manos de Dios: Adán y Eva iban desnudos en el paraíso y tampoco le daban mayor importancia porque el cuerpo con sus tendencias naturales estaba ordenado según el orden del espíritu, y cuerpo y alma estaban ordenados hacia Dios. Pero sucedió un hecho que vino a trastocar todo: el pecado original. Rota la relación del hombre para con Dios, se desordenaron las tendencias del cuerpo: desde entonces el hombre tiene dolores, le cuesta hacer el bien,... Entonces Adán y Eva descubrieron la malicia en su mirada.
Dice a continuación el Génesis que, nada más cometer el pecado se dieron cuenta de que estaban desnudos y se cubrieron con unas hojas de higuera. Descubrieron que la mirada del otro ya no era la misma, inocente y pura, ya no le miraba a los ojos -que son el espejo del alma-, sino a su cuerpo; y para que esa mirada entenebrecida no se aplastara contra uno, sentían la necesidad de cubrirse. El pudor pasó a ser una exigencia natural de la persona. Lo natural ya no era ir desnudos. Algunos pueden preguntarse: ¿por qué no se puede ver un desnudo?, ¿acaso no se puede saber de todo?, ¿acaso el sexo no es algo natural? Todas esa preguntas tienen su parte de verdad, efectivamente, porque el cuerpo -y en concreto el sexo- en sí mismo no es algo malo, pues ha sido creado por Dios para su finalidad propia.
Pero lo que está claro es que sería una ingenuidad hablar del sexo o mirar indiscriminadamente sin saber nuestra realidad, es decir, que hemos nacido con pecado original y no somos ángeles; que la malicia está escondida en nosotros. ¿No es cierto que al hablar del sexo o mirar una fotografía procaz se busca algo más que el hecho de saber? No podemos ser ingenuos, porque este no es un tema neutro, del que se deba tratar sin sentido común y sentido sobrenatural, porque a uno le puede suceder algo semejante a lo que le sucedió al príncipe que tenía el tigre.